miércoles, 4 de abril de 2012

Vivencia de la grandeza de la Espiritualidad de la Cruz

http://www.youtube.com/watch?v=TAYVVMmjGKo  PROCESION DE LA CENA EN CÁDIZ. ESPAÑA, 2012.   Impresionante ver ese paso en la calle con trece imágenes sentadas a la mesa institucional eucarística. Salimos en esta cofradía Manyy y yo desde hace cinco años. Quiero relataros esto porque me llena de orgullo poder ver como Dios va haciendo en los corazones y en las realidades de otras sociedades. Domingo de Ramos. 6 de la tarde. Clima precioso y perfecto para procesional. Milagrosamente, comentan los cofrades, se ha abierto el cielo que hasta hace escasas horas estaba negro de intensas lluvias. Las calles llenas de gentes, cofrades, cargadores, bandas de música, los medios de comunicación, padres enseñando a sus hijos las tradiciones locales, los bares llenos, el turismo a tope y la Cruz de Guía de mi cofradía se abre paso entre el gentío. Bajo la túnica blanca de mi hermandad, se esconde “un secreto que cuelga de mi cuello”. Es algo que representa lo que ahora mi vida es y la llena toda, pero no puedo exhibirlo, las normas me prohíben ninguna insignia que no sean las reglamentarias del cofrade. El rostro cubierto y, a la usanza que la tradición más recia de la vieja y católica España marcan, se esconden mi cara, mis expresiones y me suma en un anonimato auténtico que me permite vivir con recogimiento y silencio un recorrido procesional lejos de compromisos y saludos o conversaciones con las gentes, salvo los que el penitente quiera. Así transcurre la larga fila de hermanos que, a lo lejos serpentea como blancas agujas de altos y agudos capirotes penitenciales. Los cirios rojos encendidos hacen un perfecto camino anteponiéndose al paso de Jesús de los Milagros en la Sagrada Cena y, como si de una alfombra encendida se tratara que va marcando el camino al Rey de los caminos. Así es la ornamenta de mi cofradía, blanco de túnicas y capirotes, como el Cuerpo de Cristo; rojo de cirios y cíngulos como la Sangre de mi Señor. A uno de los lados de la estrecha calle, veo un rostro conocido de mujer, sola, pensativa, pendiente de todo lo que pasa. La marcha de la procesión se para de momento y caigo a su lado. Manteniéndome en mi sitio, rígida, quieta, la miro. No me conoce, no sabe quien soy. En cambio, aunque mi intención es pasar desapercibida,necesito que me conozca. La miro intensamente y ella detiene su mirada, no consigue conocerme, me sonríe cortésmente y sigue  en su observancia de lo que pasa. Creo que está rezando. La vuelvo a mirar, ya con cierta angustia por la imposibilidad de descubrir mi rostro y tampoco surte efecto esta vez. Mi interlocutora sin locución... está apoyada sobre una fachada en la acera de mi izquierda y me sigue mirando con mas interés aun porque sabe que nos conocemos y nota mi insistencia. En mi mano derecha llevo el largo y pesado cirio encendido y aunque con la izquierda voy rezando el Rosario, me da capacidad para introducirla bajo el antifaz que cubre mi cara y saco con cierta discreción y honrosa timidez lo que al principio llamé “un secreto colgado al cuello”. Saco un objeto metálico, ella lo ve y, sin espavientos y con gesto cómplice pero discreto, mete su mano levemente en el pecho y saca otro elemento igual. Este es el momento, su boca dibujó una sonrisa y sus ojos se cerraron asintiendo, mis ojos sonrieron por los agujeros del blanco antifaz y luego también se cerraron corroborando lo que ya no es una intriga. Se han encontrado en una calle cualquiera de Cádiz dos cruces del Apostolado. Encuentro inesperado y desapercibido de la Espiritualidad de la Cruz allende los mares. Aquí, dentro de mi procesión, en el entorno de mi fe, delante de la Instirución de la Eucaristía, aquí digo, salió a encontrarse la espiritualidad de mi madre Concha con el espíritu religioso y costumbrista de Cádiz. Y ahora si .- hasta el martes Mari Angeles que tenemos reunión de la Espiritualidad. .- Hasta luego Charo, ya me acordaba. Que tengas buen recorrido.  Y ambas seguimos en nuestros papeles. Cuando la procesión avanzó un poco, volví la vista atrás y aún Mari Angeles agarraba fuertemente la cruz dentro de su mano y sobre su pecho. Yo, que aun tenía por delante muchas horas de procesionar, seguí con mi Rosario en una mano, en la otra mi cirio cuaresmal encendido y en el alma una Cruz apostólica plena de virtudes por estrenar y la imagen de mi madre Concha. A ti Concha te envolví toda la noche con el incienso santo, te porté en mi recorrido sacrificial, te dejé oler este aire marinero, te expliqué las costumbres locales, disfrutamos de las marchas procesionales y te pedí una y mil veces que está Cruz del Apostolado, ojalá un día pueda enamorar a mis conciudadanos y explicarles, como a mi me explicaste, cómo Cristo quiere y salva. Estas son las cosas de Dios, estas son sus bromas mas serias. Una espiritualidad que aspira a ser conocida en el sur de España y que ya va teniendo sus frutos. Bendito seas mi Dios por tus bromas, que no me dan risa sino alegría. Esto os quise compartir porque encontré un nexo entre patrias. España me vió nacer. México me ha visto renacer. Gracias Concha Cabrera de Armida, mi madre por mas señas, porque aún no has terminado tu labor. charo soto cruz.

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