sábado, 8 de diciembre de 2012



              EL ADVIENTO EN LA ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ.

“La gracia del Adviento es una gracia que debe marcar nuestra vida entera, porque el Señor constantemente está viniendo a nosotros.” Padre Juan Gutiérrez González MSPS.

*Este tiempo litúrgico nos explica y prepara para recibir al Señor.
Es una venida a nuestras almas, a nuestra Iglesia.
Cristo pasa por la vida para llegar a la Muerte y así poder darnos Vida.



La Espiritualidad del Adviento se puede centrar en cinco aspectos:

TIEMPO DE ORACIÓN:
… y dijo Cristo a Concepción Cabrera de Armida:
 “Mira, así haz tu oración, con esta certeza de mi presencia real, que mucho te servirá” CC. 26 T. 2065
El tiempo de adviento requiere un contacto directo con Dios. Si estamos apartados de su contacto diario y privado, no podremos hacer digna la venida de un Rey a nuestra alma.
Cristo no solo pide fe a Conchita a la hora de la oración directa con Él, sino que le habla de su “presencia real” garantizándole si estancia viva en ella.
Cristo no quiere que recemos de cualquier manera, no entiende que nuestro contacto con Él sea liviano.
Cristo pretende que la oración y plegaria nuestra sea contundente, concreta, comprometida, suplicante, constante, amorosa, esperanzada, personalísima, a semejanza de las oraciones que Él mantenía con su Padre Dios cuando en las noches se apartaba para hablarle.
Si oramos así en este tiempo de advenimiento, Dios no se irá nunca.
El P. Juan Gutiérrez reflexiona sobre el tiempo de Adviento en la persona de María de la siguiente manera:
“María entrega ese “sí” al Señor que marcará su vida entera. No hay un solo paso en su vida que no esté marcado por el “sí” inicial de la Anunciación, hasta consumarse en ese otro “sí” de la Redención, y en el “sí” de Pentecostés.”
Ella no osciló entre un sí, luego un no y después un tal vez.
Su “sí” total y absoluto la llevó a una vida de oración contante.

TIEMPO DE ESPERANZA:
…y dijo Cristo a Concepción Cabrera de Armida:
“…la esperanza, que es la virtud de la soledad y del dolor, la virtud que mira al cielo y que hace al corazón dilatarse por poseerlo”. CC. 41 T. 2894

*De la fe que Cristo hace posible en su contacto con la SD en los momentos íntimos de oración, se va a derivar esta esperanza de la que en otro momento le habla.
-efectivamente, esta esperanza se fragua en la soledad, soledad de la vida interior, soledad en la oración, y virtud del dolor, porque donde hay amor auténtico, hay dolor necesariamente.
-la oración, la esperanza, la soledad y el dolor ponen henchida su alma hasta el punto de desear el cielo y en adviento, desear su venida de manera más vehemente, si cabe.
*“La virtud de la esperanza es una virtud sobrenatural y divina, una virtud del Cielo.
No se puede separar de la fe y de la caridad, porque son tres virtudes teologales una imagen de la Santísima Trinidad: son virtudes divinas que proceden del mismo Dios, y son inseparables.” Del libro Vicios y Virtudes de CCA.
Nuestra reflexión ha de ser, darnos cuenta que en el adviento tenemos todo un plan de vida y los medios necesarios para llevarlo  a cabo.
Ha de ser el plan por excelencia de nuestra existencia y por ende, el plan de Salvación de Dios para los hombres.


TIEMPO DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN:
…y dijo Cristo a Concepción Cabrera de Armida:
«Todo mi poder para perdonar en la tierra, lo tiene el sacerdote, hija mía, y todas las misericordias de mis perdones, por él se derraman.
Yo soy el Sacerdote eterno, pero en mi Iglesia he derogado mi Poder a esas almas escogidas, que me representan en la tierra.»
«Señor, pero Tú también puedes perdonar en la tierra directamente, ¡cómo no!»
«El comercio íntimo de la gracia y de la unión entre las almas y Yo, nadie lo ve, y Yo me solazo en amar y perdonar; pero soy el primero en respetar mis leyes en la Iglesia establecida por el Espíritu Santo.»
«¿Luego Señor, no te gusta que me confiese Contigo, sólo con el padre Ruiz?»
«Sí me gusta, hazlo, continúa esa costumbre de amor, que mucho me complace; sí te puedo perdonar, y perdono siempre que un alma se humilla y me ama; lo que te quiero decir es que a pesar de esto dejo en pie mis leyes, que deben respetarse y practicarse.
Confiésate Conmigo, que eso mismo haces cuando te confiesas con mis sacerdotes; ábreme tu alma, enséñame su fondo, tenme una muy íntima confianza, limpia tu alma en mi presencia con un dolor amoroso, y arrójate en mis brazos, que sólo se puede ser víctima agradable al Padre cuando se está puro.»
De la vida  de Concepción Cabrera de Armida.

*Si recibiéramos a un Rey en nuestra casa, la limpiaríamos y agradaríamos con lo mejor de nosotros.
Cristo viene no de visita, ni a que lo tratemos como a un invitado que nos fabricamos en la imaginación.
Cristo no es visita. Es dueño de nuestra casa, de nuestra alma.
Cristo se merece nuestras mejores galas.
Él es el creador de la pureza y la misma pureza, por tanto, no puede encontrar un espacio para que anide su Espíritu, sucio y que ensucie su Pureza.
Conchita habla con Jesús con la naturalidad filial que el propio Espíritu Santo le confiere, de ahí que guste de confesarse con Él.
Jesús es gustoso de esos caprichos de esa alma de oración pero también la invita a que haga uso de las prerrogativas que el Padre confirió a la Iglesia en materia de Perdón.
Cristo vive en los sacerdotes y estos han de vivir en Él, de Él y por Él.
Por eso, nuestro tiempo para la reconciliación y el perdón ha de estar presente en este Adviento.
Nos hemos de sentir ante el confesonario como ante la Cruz, perdonado y redimido, humillado e invitado a Ella.
La Cruz solo puede perdonar recubriendo nuestras almas con su corteza porque por ella fluye la Sangre del perdón amoroso de quien nos creó.


TIEMPO DE CARIDAD Y AMOR:
…y dijo el Espíritu Santo a Concepción Cabrera de Armida:
“ La substancia del Padre es Amor y Poder. La substancia Mía es el Amor y la Vida. La substancia del Hijo es el Amor y el Dolor.
La Substancia de las tres Personas de la Trinidad es la Caridad, es decir, el amor más puro de comunicación, que por esto se llama Caridad, porque se comunica y es el más perfecto Amor de Caridad.”    CCA. 6,520.
*Si no existe caridad y amor en nosotros, no podremos esperar al Hijo de Dios, y esto no sucederá si no empleamos bien el tiempo de oración en este Adviento.
En esa oración también hemos de pedir al Espíritu Santo que nos dé el amor y la caridad para la espera.
Conchita tenía muy claro los conceptos de la Trinidad y que el Amor es el factor común entre las tres Divinas Personas.
Este amor que tan claramente se le dio a ella, la llevó, como las características del mismo Amor nos indica, a derramarlo en derredor.
No concebía Conchita un Adviento sin amor y por ende, un Amor sin derramarse en los demás.



TIEMPO DE LA MATERNIDAD MARIANA:
…y dijo María a Concepción Cabrera de Armida:
“Yo habito en el Espíritu Santo y Él habita en mí, mi primera Cruz viva; y como el Padre y el Hijo habitan en el Espíritu Santo, centro de la unión divina, ellos habitan en mí y yo en ellos y de manera que la Trinidad Santísima es mi morada.
Pero, esta Trinidad ama la Cruz, su Trono predilecto de Jesús para que los hombres esto comprende ( misterio, misterio que encierra ocultos tesoros de gracia y sabiduría) se apareció al mundo la Cruz del Apostolado.
Jesús fue el Apóstol vivo de la Cruz.
En el mundo fui la Cruz viva, la victima oculta que juntamente con Jesús se ofrecía al Eterno Padre por un mismo fin.
Yo leía el Corazón de mi Hijo, en Él vivía y respiraba y sufría, no ignoraba sus desolaciones, penas y desamparos, y me crucifiqué con Él en su vida interna, aún antes de la crucifixión del Calvario.
Mi Hijo tuvo, diré, su desahogo con los dolores externos y el derramamiento de sangre en su Pasión Santísima, pero a mi no me fue concedido esto.”
C.C. 6, 520 a

* En esta locución de María a la SD, se refiere a su vida terrena dándosela a conocer en términos trinitarios y de redención.
No se entendería que la Virgen María hablara como una madre normal en el adviento y espera del nacimiento de su bebé.
María transciende, ha de pasar necesariamente por la Trinidad.
Fue tomada por el Espíritu Santo y engendró  a la Tercera persona de la Trinidad que es la Trinidad misma.
Da a entender en esta explicación que vivía en el interior de su Hijo y que fue partícipe de sus dolores, de sus pasiones, de su vida, de su gloria, de su sabiduría…..
Y cuenta a Concha, también su hija algo sorprendente y magnífico que, ella vivió la pasión en el interior de su Hijo mucho antes de que nosotros la conociéramos.
No ha de acabar aquí la perplejidad de Conchita ni tampoco la nuestra cuando le revela que ella no tuvo la oportunidad de su Hijo de que se hiciera visible y tangible para los hombres la Pasión que ella vivió.

*Hemos de esperar en este Adviento no solo las alegrías de un
Nacimiento, hemos de estar expectantes a los porqués del acontecimiento en sí.
Dicen los exégetas con respecto a la negación que sufrieron María y José cuando buscaban posada, es la participación , entienden ellos, de la suerte que correría su Hijo.
Por eso, no nos debe extrañar, incluso entender y esperar que, en esta solidaridad vamos a correr la suerte del Hijo que este Adviento espera.

* Mas, también somos Iglesia, no se puede vivir este tiempo litúrgico a solas ni aisladamente.
“María aparece en la Liturgia del Adviento no solamente como una madre que va a tener el gran privilegio de tener como hijo al Hijo de Dios para su propia santificación, sino que además de eso, María es la figura de la Iglesia: sus dones y privilegios resumen su Persona en los dones y privilegios que Dios concede a la Iglesia.”
(P. Juan Gutiérrrez G. MSPS. Luz en mi sendero. Homilías.)






FUENTES:
Cuenta de Conciencia de la SD Concepción Cabrera de Armida.
Luz en mi sendero, del P. Juan Gutiérrez González MSPS
Homilías del P. Juan Gutiérrez González MSPS



                    charo soto cruz.                                     Cádiz, 23 de noviembre de 2012