Las almas que ingresen en la Cadena de Amor deben estar muy aventajadas en las Virtudes, sobre todo en la Humildad y Sacrificio.
Estas dos Virtudes deben estar conectadas porque:
+ Debemos conocer lo que es de Dios y lo que es del hombre
(humildad);
+ La vida espiritual requiere un gran espíritu de vencimiento;
+ Humildad y Sacrificio son dos características de Cristo
Sacerdote-Víctima;
+ Cristo dijo a
Conchita sobre la Humildad: “Nadie se
conoce a sí mismo sino el que me conoce a Mí y nadie tiene Humildad verdadera
sino el que renunciando a sí, se entrega y se abandona a Mí” De la Cuenta
de Conciencia.
Estamos hechos a su imagen y semejanza, por eso le
conocemos, nos conoceremos.
No podemos ser humildes si nos poseemos, sólo si nos
entregamos al 100%.
Esta Virtud implica una constante suplantación de mi
yo por Cristo. Por otro lado, el sacrificio no es una virtud en sí, sino un
acto de la virtud de religión. Es como una actitud, para entendernos. Este acto
de la virtud de religión pone en contacto a la criatura con su Creador. Es
importante notar que cuando hablamos de sacrificio o sufrimiento, no nos
estamos refiriendo a algo dolorista, sino que con esa actitud hacemos Sagradas
todas nuestras acciones.
El P. Juan Gutiérrez, MSpS afirma en una de sus
Conferencias: “el sacrificio, para que
tenga validez, tiene qué estar en relación con un significado más profundo y
trascendente que es Cristo. Convirtiéndose así el sacrificio externo, en el
Sacramento del sacrificio interno”.
Karl Rahner, S.J.
y Teólogo que influyó mucho en el Concilio Vaticano II nos dice:
“Sacrificio es un acto
religioso por el cual la ofrenda sensible se transforma en signo Sagrado y por
el que se expresa la autoentrega del hombre y la aceptación gratuita por parte
de Dios”.
El acto del Sacrificio es:
-Un acto unitivo: nos pone en contacto con Dios;
-Una donación: nos entregamos a Él;
-Una transformación: nuestra vida profana se convierte en
realidad sagrada;
-Una aceptación: es nuestra acogida gratuita de Dones por parte
de Dios.
Como vemos, no es un acto dolorista sino un acto glorioso de Amor.
Dijo Cristo a Conchita, en su Cuenta de Conciencia: “Cuando Yo te pida un sacrificio, no me lo
ofrezcas a fuerzas, porque Yo lo quiera, sino con gusto, porque tú lo quieras
también”, de la Cuenta de Conciencia.
El mundo de los sacrificios para Dios es inmenso, podemos hacer
sagrado algo que nos duele, como algo con lo que disfrutemos. SACRUM FACERE= hacer sagrado todo.
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