martes, 11 de diciembre de 2018


El milagro que le valió la beatificación a Conchita Cabrera

La curación inmediata, permanente y médicamente inexplicable de un regiomontano fue lo que le dio el certificado de beatificación a Concepción Cabrera de Armida, potosina a través de la cual Dios regaló al mundo la espiritualidad de la Cruz.
Sonia Gabriela Ceja Ramírez

 Jorge Guillermo Treviño Gutiérrez nació en la ciudad de Monterrey, N. L., el 7 de diciembre de 1960 y era un hombre completamente sano.
En 1984 contrajo matrimonio con Cecilia y tuvieron dos hijos Jorge y Gabriel.
Sus padecimientos comenzaron en 1986 con una gastritis severa. Luego en 1989 contrajo hepatitis, posteriormente fue declarado hipertenso.
En el año 1993 ocurrió algo muy extraño, pues pese a su edad (33 años) Jorge creció 14 cms. Aquí aparecen las primeras contracturas musculares.
A partir de este año comienza con un calvario de enfermedades, a pesar de tener un estricto control médico: reflujo, acidez estomacal, presión arterial alta, desmayos, debilidad general, espasmos cardiacos, cefaleas, adormecimiento de las extremidades, excesiva sudoración, pero, sobre todo, contracturas musculares y calambres muy intensos y dolorosos acompañados de desgarres de los músculos y esguinces en ligamentos de las piernas; cuadro que del año 1996 al 2004, se fue haciendo cada vez más intenso, en ciclos cada vez más cortos.
A partir de agosto de 2005, los calambres y dolores musculares acompañados de contracturas se hicieron permanentes. Tenía el brazo izquierdo torcido sobre el tórax; la pierna izquierda contracturada y al tratar de estirarla, se agudizaba el dolor y venían desgarres y moretones.
Se le administraban potentes relajantes musculares, analgésicos y aún morfina, sin resultado alguno.
Se detectaron varios discos con protusiones y como Jorge comenzaba a paralizarse, se optó por operar sin obtener ninguna mejoría.
ENAMORÁNDOSE SE CONCHITA
En diciembre de 2006 Jorge y su esposa, tuvieron un reencuentro con una amiga de la juventud.
En agosto de 2007 se decidió volver a intervenir quirúrgicamente a Jorge en otro disco cervical, para retirarlo y poner una placa. Entonces entró por primera vez en contacto con los Misioneros del Espíritu Santo.
El resultado de dicha operación, fue otra vez, inútil.
La situación era cada vez más grave. En enero de 2008, Jorge, podía caminar sólo unos pasos asistido de otra persona; por lo general estaba en silla de ruedas o acostado.
En febrero de 2008, Marcela, la amiga de la pareja, mencionada antes, le obsequió a Jorge una foto de Conchita, una pequeña biografía y una Cruz del Apostolado y le contó también de Jesús María como un lugar de paz y de oración.
Al recibir la estampa, Jorge le comentó a su esposa que estaba enamorado de la mirada de Conchita. Recuerda que desde que tuvo la estampa le comenzó a pedir que intercediera por su salud.
El 15 de mayo de 2008, con permiso de su médico, Jorge decide viajar a Jesús María acompañado de su esposa Cecilia y de su amiga.
Se hospedaron en la casa de los Misioneros del Espíritu Santo. Jorge llegó bastante mal después del viaje. Durante la cena Jorge contó a los presentes la intención de su viaje: pedir, por intercesión de Conchita, su salud.
                Hacienda de Jesús María (San Luis Potosí)
Estuvo en el lugar de la Cruz del Apostolado que plantó Conchita en 1894; el padre Rafael Ledesma oró con Jorge, le impuso las manos y pidió, por intercesión de la Venerable Conchita que, si era la voluntad de Dios, le concediera la salud. Realizaron varias visitas en Jesús María.
Los peregrinos regresaron a Monterrey el sábado 17 de mayo y durante el viaje, quizá debido al esfuerzo y la emoción, Jorge se sintió bastante mal. Al lunes siguiente tuvo que ser internado a causa de una fuerte subida de presión arterial y también debido a una elevación de la glucosa en sangre; además de las contracturas, calambres y desgarres que acompañaban todas sus crisis médicas.
Se le practicó un tac cerebral y una resonancia magnética. Al no poder controlar el dolor, ni bajar la presión y la glucosa, se decidió aplicar un tratamiento a base de toxina botulínica, remedio paliativo que relaja, pero no cura, con la intención de que, al bajar el dolor, bajaría la presión arterial y la glucosa.
Jorge accedió realizar el tratamiento el sábado 24 de mayo, con anestesia general.

ASÍ OCURRIÓ EL MILAGRO.

El jueves 22 de mayo de 2008, cerca de las 19:00 hrs., se encontraban en la habitación del hospital, además de Jorge, su esposa Cecilia y dos amigas: Marcela Morales y Consuelo Sada.
Jorge pidió a su esposa la Cruz del Apostolado y la estampa de Conchita. Entonces se invitó a Consuelo a que se uniera a la cadena de oración que se estaba haciendo para pedir, por intercesión de Conchita, la salud de Jorge. Quiso ésta saber quién era Conchita Cabrera, pues no la conocía. Jorge le explicó brevemente la vida de Conchita y se quedó dormido. Consuelo Sada se retiró de la habitación.
Entonces, tanto Marcela como Cecilia comenzaron a ver que Jorge, estando dormido, abría la mano izquierda que hacía años no podía abrir; eran cerca de las 19:10 hrs.
Jorge, dormido, se movía, tenía en la mano izquierda la estampa de Conchita, musitaba algo en voz muy baja; las dos mujeres pensaron que quizá, como en otras ocasiones, estaría sufriendo contracturas, pero no, su rostro estaba sereno y sus músculos relajados.
Muy sorprendida, la esposa pensó que cuando despertara Jorge, no iba a creer que había abierto la mano y movido los pies, así que se le ocurrió tomar su teléfono y comenzó a retratarlo; la amiga hizo lo mismo.
Jorge comenzó a moverse todo: manos, brazos, piernas, se estiraba y levantaba las extremidades. Se pasaba la mano izquierda, antes paralizada, por el rostro y se tocaba la cara y el cuello y hasta tocarse la pierna izquierda, también paralizada. Además, tenía una cara llena de paz y felicidad, completamente relajado, como hacía años que no lo veían.
Musitaba algo en su sueño; las mujeres se acercaron y se dieron cuenta que recitaba claramente las palabras del “Padrenuestro”.
Jorge tenía en el pecho la estampa de Conchita y durante todo aquel “proceso”, ahí permaneció.
Entró, finalmente, también el médico de cabecera, de especialidad internista. Al ver a Jorge, con las piernas estiradas y sin contracturas, con los brazos sobre el pecho y que se movía, aún dormido, con toda normalidad, se quedó observando un momento y después ordenó cancelar todo tratamiento, incluyendo la prevista aplicación de la toxina botulínica. Se retiró del cuarto diciendo emocionado: “¡Bendito sea Dios!”.
Jorge despertó hasta las 23:40 Hrs. Para ese momento estaban sus padres y hermanos, sus hijos y sobrinos. Todos estaban enterados de la curación y querían saber por sí mismos qué había pasado. Su esposa le dijo entonces: “Jorge, mira tus manos”. No lo podía creer, estaba sorprendidísimo y le decía a su esposa: “¿Ya me operaron?”. Pensaba que había sido puesto el tratamiento de bótox. La mujer le contestó que no; le dijo: “Hoy es jueves y te operan el sábado”. Jorge lloraba de emoción; no lo podía creer.
Luego, por su propio pie, ante el asombro de todos, se levantó al baño sin ayuda de nadie.

EL ENCUENTRO CON CONCHITA

Las visitas se comenzaron a ir. Al quedarse solo con su esposa, ésta le preguntó qué le había pasado durante su sueño.
“Estuve con Conchita, la vi muy cerquita, como a 30 cm. de distancia; yo lloraba y le pedía que me escuchara; entonces se me acercó y me dijo: “¿Me buscabas?” “¿Qué me quieres pedir?” y yo le dije: “¡Ya no quiero ver sufrir a mi esposa y a mis hijos, por favor, ayúdame!”. Ella me dijo: “Vamos a rezar” y comenzó a rezar el “Padrenuestro”, pero yo, llorando la interrumpí diciendo: “¡Ya no aguanto más; no quiero ver sufrir a mi esposa y a mis hijos!”. En ese momento ella me dijo:
“Hazme un favor: Haz tu comunión diaria y pide por los sacerdotes”. Y continuó rezando el Padrenuestro y el Ave María. Después, me acarició la cara y entonces fue que traté de tocarla pero, creo que en ese momento se desapareció.”
Después de contar esto a su esposa, Jorge se quedó dormido. Al día siguiente se pudo bañar solo; se cercioró que lo que había vivido no era un sueño, estaba totalmente curado. Se echó a llorar.
El viernes 6 de junio viajaron a Jesús María para agradecer a Dios y a Conchita por su intervención y por haberle alcanzado la salud, de manera total e instantánea. Al pie de la Cruz del Apostolado se celebró una misa de acción de gracias.
Jorge, se ha vuelto un gran devoto de Conchita. Habla de ella como se habla de una madre entrañable y cariñosa. Sigue perfectamente bien de salud. No tiene secuelas de su antigua enfermedad; su carácter es alegre y positivo.

Fuentes; Arquimedios, semanario




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