viernes, 22 de febrero de 2013


  

                                                        EL CORAZÓN DE JESÚS     (8)

                                                    (Textos de la Cuenta de Conciencia)
La Cruz tiene vida, no es un árbol muerto, tú me entiendes... La Cruz por tanto, tiene corazón, y el corazón de la Cruz, es el Corazón de Jesús con sus mismos latidos... feliz el que se interna en el corazón de la Cruz rompiendo su corteza, porque ese penetra en el Corazón de un Dios- hombre. El que vive en la Cruz, vive en Jesús porque ambos tienen una misma vida, un sólo corazón.
“En Cristo reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, y vosotros alcanzáis la plenitud en Él.” Col. 2,9
“Vi, -y esto me maravilló- cómo en el Corazón de Jesús está su Alma, dándole el ser, los latidos, la vida, comunicándole la plenitud de todas las virtudes.
Vi claro, y aparte, el símbolo del corazón de carne, como sólo órgano humano, divinizado por la Divinidad, deificándolo, como a todo su Cuerpo Santísimo, pero que la vida de ese Corazón, el fuego el amor, y el dolor, los produce aquella Alma encantadora, en cuyas internas regiones, debemos vivir desde la tierra.
Vi cómo la herida del Corazón de Jesús, es puerta visible que quiso el Señor, en su infinita Caridad, abrir, para darnos a entender, que por ahí debemos entrar a su Corazón, y vivir ocultos, imitándolo: pero, repito, esto no es más que material y simbólico, pero a donde realmente se entra por esa llaga del costado de Jesús, es al interior de su Alma benditísima, a donde late el mismo Corazón, santuario de todas las sensaciones, sentimientos, virtudes y amores del Corazón divino.
¡Oh y quién entendiera lo que es Jesús! Yo creo que sólo María: y me dijo el Señor, que Ella siempre vivió escondida en Dios, y que el alma que más se le parecía, era la de su Madre...” C.C. 34, 164-166
EN MI CORAZÓN NO DEBE ADORARSE EL CORAZÓN DE CARNE, SINO A LA DIVINIDAD QUE LO POSEE.
Multitudes enteras de almas se detienen sólo en mi santa Humanidad sin pensar siquiera en la Divinidad que la acompaña y que la endiosa. Es cierto que sólo por Mí, Jesucristo, se pasa al Padre, y aún más: que es indispensable pasar por mi Humanidad para llegar a Él; pero, pasar, digo, no quedarse en la Carne sin pasar al Espíritu Santo, no quedarse en lo humano, sin pasar a lo Divino.
Yo vine a la tierra, precisamente para atraer al hombre a lo divino; y me hice hombre, para que adoraran en Mí al Dios hombre, no sólo al hombre... C.C. 50,369
Mi Corazón de carne, con santa Margarita quiso tocar los sentidos, diré, lo sensible de la humanidad, manifestando con esa entraña, la más noble del hombre, el amor. Y las Obras de la Cruz, tienen que enseñar más hondamente, más intensamente a amar a ese mi Corazón, en todas sus propiedades: el amor humano, pero derivado del amor divino; a enseñar a las almas, lo íntimo de lo íntimo de ese mi Corazón de amor; sus dolores internos uno a uno; sus dolores divinizados y salvadores.
En mi Corazón sólo sus latidos, su forma, es lo que tiene de hombre; es lo humano, aunque divinizado; pero sus dolores redentores son divinos; sus internas penas por la ingratitud humana, son divinas; sus ansias, sus penas por ver ofendida y despreciada a la Trinidad, son divinas. C.C. 50,371
No es conocido en todas sus fibras mi Corazón, en tantos siglos transcurridos: hay en él, regiones ignoradas por los hombres, tesoros escondidos, y un manantial de amor divino y humano jamás agotado.
Mis sacerdotes transformados en Mí, conocerán, en toda su extensión, las intimidades dolorosas y tiernas de ese mi Corazón divino para darlos a gustar a las almas. No fue la Cruz del Calvario la que más me martirizó sino la cruz de mis internos dolores que deben dar a conocer mis sacerdotes.
Quiero hacer familiar esta doctrina y comprensible si se predica en su hermosa aunque sublime sencillez. C.C. 50,374LOS DOLORES INTERNOS DEL CORAZÓN DE JESÚS
Hay una Pasión del alma de Cristo que es el alma de la Pasión, es decir, que le confiere su valor único y trascendente.
Desde el punto de vista físico, los sufrimientos que han padecido todos los hombres a lo largo de todos los siglos, forman juntos una masa más grande que los de Jesús considerados en sí mismos; mientras que todos los dolores y las angustias de los hombres juntos, no se acercarán nunca, ni de lejos, a
la Pasión del alma del Redentor.”
P. Raniero Cantalamessa en “La fuerza de la Cruz” pag. 107-108
Mi Pasión externa salvó al mundo y abrió el cielo; pero, lo que dio vida y fecundidad a
mi Iglesia, fueron esos martirios internos en la substancia misma de mi alma... Nadie, sino María, se percataba de los tormentos de amor que me consumían... C.C. 55,233
“La afrenta me destroza el corazón...espero compasión y no la hay, consoladores y no los encuentro.” Sal. 68,21
Todas las penas, todos los trabajos, injurias, padecimientos y afrentas, formaban como la parte exterior y que se veía; pero en realidad aunque tomaba todas estas penas para honrar a mi Padre, expiar el pecado, y enseñar al hombre, eran un refrigerio y hasta un consuelo para la sed de cruz que consumía a mi Corazón; pero las penas que me despedazaban interiormente y por las cuales principalmente se obró la redención, éstas no se veían, ni aún ahora se consideran ni agradecen, y sin embargo son las principales.
Estas penas de mi Corazón, las producen las ingratitudes de los hombres y se las manifiesto por las insignias de mi Corazón: Cruz, espinas, y lanzada. Estos dolores internos son los que me martirizaron desde el primer instante de mi Encarnación... ya entonces mi Corazón estaba cuajado de espinas, y ¡qué pocos en el transcurso de los siglos, se han ocupado en quitármelas!
C.C. 9,117)
“COMO A MARGARITA LA ESCOGÍ PARA MI CORAZÓN, A TI TE ESCOJO PARA MI CRUZ”. C.C. 2,53
...“El Apostolado de la Cruz es la Obra que continúa y completa la de mi Corazón que fue revelada a la Beata Margarita. Di que no se trata en ella solamente mi Cruz externa como el divino instrumento de la Redención; que esta Cruz que se presenta al mundo, es para atraer a las almas a mi Corazón clavado en ella, que lo esencial en esta Obra, es dar a conocer los dolores internos de mi Corazón, los cuales no son atendidos y fueron para Mí de mayor pasión que la que mi Cuerpo padeció en el Calvario, por su intensidad y por su duración... Di que hasta hoy el mundo conoce el amor de mi Corazón demostrado a la Beata Margarita, pero que reservaba para estos tiempos el dar a conocer su dolor, el cual mostré entonces con sólo las insignias y superficialmente. (Hay que) ahondar en este mar sin fondo de amargura y darla a conocer al mundo, haciendo que se una el dolor de los fieles al inmenso de mi Corazón, pues que se desperdicia esa riqueza en su mayor parte, y quiero que se aproveche, por medio del Apostolado de la Cruz, en favor de las almas y consuelo de mi Corazón.” C.C. 12, 4. 14 Nov.1899
El mundo ha visto sólo una parte de mi plan al presentar la influencia de mi Corazón a las almas; pero al extenderse la Obra de la Cruz, los ojos verán, y los entendimientos comprenderán completo mi fin, el cual es el reinado del dolor, por medio del amor.
El secreto de aquel amor por el hombre que te he explicado, está en enseñar al mundo frío, al mundo sensual, mi Corazón para conmoverlo, y en el centro de la Cruz, para enseñarlo a clavarse en ella y salvarse!” C.C. 23,282-283
28 Julio 1906.
ADMIRO TU AMOR - DOLOR
“Confesemos que, el dolor de Jesús es tan incomprensible como su amor, y adoremos en silencio el misterio.
¡Oh Jesús! ¿Cómo pudiste vivir treinta y tres años llevando en tu corazón ese dolor inmenso?, ¿cómo podías sonreír con el corazón despedazado? ¿cómo ocultaba tu serenidad el inefable martirio interior?
¡Como quiera que te contemplemos, nos pareces hermosísimo, sublime, divino!, pero —déjame decírtelo— nunca me pareces más hermoso que cuando vislumbro tu dolor. La cumbre de tu vida, es el Calvario, y la cumbre de tu Corazón, es el dolor, es la Cruz íntima que lo corona. Nunca aprecio mejor tu amor, que cuando presiento la magnitud de tus dolores, cuando los considero y digo con toda la convicción de mi alma: «Jesús me ama, puesto que sufrió tanto por mí». Tu grandeza, tu bondad, tu dulzura, tu serenidad, la armonía encantadora de todo tu ser, se engrandecen y brillan ante los ojos de mi alma, cuando los miro a través de tu dolor.”
S.D. Mons. Luis M. Martínez. Ejercicios Espirituales a Conchita en Noviembre de 1929. C.C. 54, 268.
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Danos a sentir, Jesús, en cada ofensa que recibes, el dolor que causa a tu Corazón, ¡queremos acompañarte!

EL ESPIRITU SANTO Y LA VIDA ESPIRITUAL






                                  EL ESPIRITU SANTO Y LA VIDA ESPIRITUAL             (6-Bis)

En donde extiende el Espíritu Santo toda su actividad y poder muy especialmente, es en la vida espiritual, en ese campo interior del cual es Rey.
Él se inicia en las almas con suavísimos toques y, si ellas responden y se prestan a su acción transformativa, Él no descansa, calcando mi fisonomía en ellas por medio de las virtudes. Muy delicadamente las posee, las llena de Sí mismo y las enamora de Mí.
Su gusto es presentar al Padre mi imagen en las almas, con más o menos perfección, según su correspondencia.
La vida de perfección es su campo favorito y en cada alma fiel alcanza un triunfo, porque lucha con el espíritu del mal sin descanso.
SATANÁS LE TEME AL ESPÍRITU SANTO
Satanás, por decirlo así, es a la Persona Divina que más teme, por la constante oposición y
victorias con que se ve derrotado y vencido; su bandera lo hace huir, y por eso trata a toda costa de apartar los corazones de la luz, de la fe, del amor de Dios y del prójimo. Pone todas sus baterías en juego para oscurecer el alma con pecados de orgullo, con errores y nubes, con impurezas y mundo, avivando todas las pasiones.
Su táctica es oscurecer y manchar, alejar y borrar la imagen divina en las almas y, por desgracia, mucho consigue hasta llegar a su fin favorito que son los pecados contra el Espíritu Santo, blanco de sus aspiraciones.
Satanás es antagonista de la luz, de la sencillez y claridad; espíritu es de doblez, falsedad y mentira. La verdad lo aterra, la luz lo hace huir, la sencillez lo aplasta, la humildad lo confunde. ¡Y es tan triste para mi corazón que reine ahora en el mundo y en los claustros y que haya llegado a mi Iglesia arrebatándome lo que es Mío! Por eso, el Espíritu Santo hará sentir en estos últimos tiempos su poderoso influjo en los corazones, y la humanidad reaccionará al contacto de lo Divino.
C.C. 40,207-210 Febrero de 1916
ÉL SE COMUNICA Y NOS DA LO QUE ES: SANTIDAD
Es muy fino el campo de la gracia en las almas, y éstas no se dan cuenta ni aprecian las
gracias del Espíritu Santo como debieran.
Necesitan enamorarse de Él, llamarlo, invocarlo y estar atentas e inclinar sus oídos para escuchar las divinas inspiraciones, porque cada inspiración es una gracia, y cuántos descalabros tienen las almas disipadas por dejarlas pasar culpablemente!
La vida mística, la vida interior por la que Yo me comunico se multiplicará en las almas, el día que tome en ellas asiento el Espíritu Santo.
Se materializa el mundo y hasta el campo de mi Iglesia por la falta del Espíritu Santo. Él busca almas en donde formar sus nidos.
Su Ser es darse, es comunicarse, es regalar lo que tiene, lo que es: santidad, riquezas celestiales, dones sobrenaturales, divinidad, y apenas encuentra almas, aun entre los Pastores y los Ministros de su Iglesia que se le presten.
Que todos a una se esfuercen en sacudir la inercia que los postra, el sensualismo que ha entrado hasta el Santuario, y los triunfos de la Iglesia serán seguros.
Dios es caridad y quiere siempre salvar por el amor. Él sabe muy bien que un alma enamorada, sola busca la Cruz sin necesidad de imponérsela. Y este es el sacrificio que al Espíritu Santo más le agrada: el sacrificio nacido del amor.NO DEJAR PASAR LAS GRACIAS
¡Qué profundos son los abismos de la Caridad de Dios! ¡Cómo cubre las imperfecciones,
borra los pecados y pone los rubíes de la Sangre de Jesús en las señales de las gracias desperdiciadas!
Mira hija mía, son de tal naturaleza grandes las faltas de las almas que dejan pasar las gracias, que mucho lastiman a mi Corazón. Y, ¿sabes por qué? Porque cada gracia, de toda la eternidad ha sido destinada para cada alma, en cada circunstancia, tiempo y hora.
Toda la Trinidad ha concurrido a la gracia o virtud de esa gracia, y es una ingratitud en el hombre que no tome lo que Dios le da, que deje pasar una inspiración del cielo, no apreciando su valor.
- Pero Señor, si luego está uno distraído por tantas cosas y apenado que hasta ni se puede.
- No hay disculpa, hija mía, porque el alma tiene los medios necesarios para conservarse como debe en todas las circunstancias de la vida, y abrirse siempre a las voces del cielo, o sea, al sonido o inspiración del Espíritu Santo. Tiene el ángel de la guarda, tiene la luz infusa de la fe, el instinto del bien y del mal, y tiene sobre todo, la imagen de la Trinidad en sí misma, con lo que debiera bastarle y sobrarle para llevar una vida interior y celestial, dispuesta siempre para recibir las lecciones y avisos del Espíritu Santo.
Los hombres todos, nacen para ser santos; pero entre estos, muy especialmente deben distinguirse los que Yo escojo para mi especial servicio.
Si las almas fuesen interiores, si se dieran al Espíritu Santo, si fueren sus nidos, alejando de sí todo ruido del mundo y del amor propio, cuánta más vida mística, cuántos más conductos celestiales tendría mi Iglesia. Que se den al Espíritu Santo los corazones y Él los poseerá; mis santos se multiplicarán, y la faz del mundo cambiará.
Que el Espíritu Santo encuentre recipientes para derramar sus dones, y se renovarán las almas. C.C. 35, 91-97 Febrero de 1911
MARÍA, MODELO DE ACOGIDA AL ESPÍRITU SANTO
¿Quién podrá decir la amorosa complacencia, el gozo divino, la alegría inenarrable, el pleno descanso con que el Espíritu Santo se precipitó impetuosa y suavemente, al mismo tiempo, en el alma de la inmaculada María, como un océano en un cauce inmenso y limpio de obstáculos?
Lo que abre las almas al Espíritu Santo, es la pureza, porque el Espíritu Santo es luz infinita y pureza divina; y María es la Inmaculada.
Lo que abre las almas al Espíritu Santo, es el recogimiento, porque el Espíritu Santo busca el silencio porque es amor, y el alma de María, vivió en un silencio de adoración y amor.
Lo que abre las almas al Espíritu Santo, es el amor; porque siendo el Espíritu Santo, el amor infinito, necesita en las almas amor, para que tengan con Él similitud, y vibren al unísono con Él; y María, es la Madre del amor hermoso.
Lo que abre las almas al Espíritu Santo, es la docilidad perfecta a sus inspiraciones. Si el Espíritu Santo se compara con un artista de divina belleza, el alma de María es una lira celestial, que vibra en perfecta armonía con Él, y que reproduce el cántico del Espíritu, sin perder una sola de sus notas, conservando todos sus exquisitos matices.
Lo que abre las almas al Espíritu Santo, es el dolor; porque el dolor es el amor de la tierra, y María, es la Reina del dolor.
S.D. Luis M. Martínez. Ejercicios Espirituales a Conchita C.C. 47,84-85
ORACION AL ESPIRITU SANTO
Espíritu Santo, Luz de las almas, fortaleza invencible, pureza por esencia, consolador supremo, infunde en nuestra alma la santidad de la cual eres la fuente.
Haz que poseyéndote a Ti, amor eterno, nos unamos al Padre y al Hijo y vivamos en su intimidad.
Te rogamos que intensifiques nuestra, fe, que sostengas nuestra esperanza y que acrecientes nuestro amor.
Divino Espíritu bajo cuya sombra nos abandonamos confiados, fecundiza nuestras almas y danos el amor a la cruz.
Concédenos la gracia de que se extienda por todo el mundo tu reinado y el de la cruz.
Que seamos dóciles a tus inspiraciones y nos abandonemos a la divina Voluntad.
Amén.

EL ESPIRITU SANTO








                                            EL ESPIRITU SANTO                                      (6)


Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena”. Jn. 16,7


Es el Espíritu Santo para el hombre, el fruto de mi oración, de mi ardiente plegaria; es decir, el grito inefable del amor de mi corazón de Dios hombre, la mayor de mis ternuras en favor del mundo, y sobre todo, de mis sacerdotes. Yo imploré para ellos muy principalmente ese Espíritu santificador que es Luz increada, para que ilumine a mi amada Iglesia y la santifique. C.C. 52,214
El Espíritu Santo es el que vivifica la obra de Dios; iniciada en la Creación, continuada en la Redención, se consumó en el día de Pentecostés.
Y en la Iglesia, el día de Pentecostés no termina jamás; la vida de la Iglesia es un Pentecostés continuado, hasta la consumación de los tiempos. El es el Santificador, el que aplica a nuestras almas los preciosos dones que nos alcanzó Jesucristo con el precio de su Sangre; Él es el que realiza en lo íntimo de nuestro ser ese misterio de santificación, que es la obra más grande de Dios, porque en él está incluida, como divino coronamiento, la gloria del cielo.
S.D. Mons. Luis M. Martínez. “El Santificador” pag. 10
QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO
“Soy el Espíritu de Jesús... (Habito) en el Corazón de Jesús. Cualquiera que ahí entre, tendrá conmigo comunicación, y recibirá celestiales favores. Yo vivo en Jesús, y Jesús en Mí y en el Padre, y no podemos separarnos. Mira: Yo soy como un lazo de luz, que ata al Padre y al Hijo; soy un lazo de amor, del más apretado cariño, que también los ata en uno con tal viveza que vienen a ser uno mismo por el amor, mezclados en el mismo amor que soy Yo... mezclados en la misma Luz que Yo soy... C.C. 6, 71-72
“Yo soy el Espíritu Creador que todo lo fecundizo con mi purísimo aliento. Yo soy la esencia de la Vida y siempre doy, doy, me estoy dando continuamente y en cambio, ¡qué poco recibo!, y al darme me comunico Yo mismo y hago santas a las almas. Eso saco de mis Nidos: espíritus santos, alimentándolos Yo mismo con todas las virtudes y Dones y Frutos. Con esto los alimento, los hermoseo, y los recreo. C.C. 6,105
El Espíritu Santo es el nido de mi Corazón y de la Eucaristía; es el Término del amor, es el lazo de Caridad entre el Padre y el Hijo; el que mezcla a Jesús en las almas, el Invencible, la Fortaleza de Dios, el Consolador, la Luz indeficiente, el corazón de la Iglesia, el que la asiste con su Verdad infalible, el Autor de la gracia, el Divinizador de las almas, y más, mucho más, que tú no puedes imaginar ni entender. C.C. 35,77
Si Dios es Vida es por el amor; si es comunicativo, es por el amor; si es la Bondad por esencia, es por el amor; si es paciente, indulgente, y aun santo, es por el amor, es decir, por el Espíritu Santo. Y todo lo puro, lo bueno y santo que hay y ha habido en la almas en todos los siglos, ha sido sólo una centellita desprendida del Foco eterno del amor. C.C. 40,197
“Yo te amo de la manera con que te pido que me ames tú; es decir, con el Espíritu Santo. Y no podría Yo amar de otra manera por ser Dios. Yo amo a las almas con el mismo amor con que nos amamos el Padre y Yo, con el inefable y purísimo lazo que nos une, que nos inflama, y que nos hace ser Dios.
Sin el Espíritu Santo, no habría Dios, porque no habría amor, y Dios es amor. C.C. 46,302 ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA
Todo lo que ves y lo que no ves, toda la vida, toda la vida interior, todas las gracias y la Iglesia con sus tesoros y sacramentos se debe al Espíritu Santo. Ahí en su Iglesia se ha derramado con toda la efusión de que es capaz como Dios todo caridad, y en ella ha puesto su asiento en la tierra”. C.C. 40,204
EL ESPÍRITU SANTO
A Él, que obró la Encarnación, debía pertenecerle el fruto de ella que es mi Iglesia, y como una atención mía, por decirlo así, al dejar el mundo en mi Ascensión, prometí enviarlo, dándole a Él lo que le correspondía, después de haber cumplido Yo mi expiatoria misión en la tierra.
A Él pertenecía iluminar, dar sentido, inflamar, fortalecer y dar la vida de la gracia. C.C. 40,205
ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN EL ALMA
No hay ocupación, diré, más agradable al Espíritu Santo, que esbozar primero, dibujar, retratar y encarnar al Verbo en las almas, haciéndolas que se santifiquen con la imitación de mis virtudes, enriqueciéndolas después con dones y gracias hasta transformarlas en Mí vivo y palpitante, en otro Yo, en Mí mismo.
C.C. 55,217
“El Espíritu Santo se comunica de muchos modos pero ocultos, íntimos, suavísimos, con el tinte muy especial del amor fecundo que lleva en Sí mismo del Padre.... El papel de ese Santo Espíritu es divino, íntimo, y poco exteriorizado. Él se infiltra muy quedamente, muy secretamente en las almas, derramando en ellas, y haciendo en ellas por la gracia, admirables maravillas con la fecundación del Padre. Él no se aparta de un alma en gracia, sino que sin descanso se da, y de día y de noche trabaja en ella, acrecentando los grados de gracia, y su transformación en Mí. C.C. 55,254
ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN EL MUNDO
Se buscan en general, otros medios para detener la impiedad, para conservar la fe, sostener las inteligencias maleadas por la corriente de tantas sectas y errores, y se descuida el medio principal y único, el foco de todo lo recto y santo, el que tiene poder para iluminar todas las falsedades y errores de la razón, siendo la misma Sabiduría, la Luz de la ciencia verdadera, el Espíritu de Verdad, el único que puede comunicar a Jesucristo, y delinearlo en las almas, dando testimonio del Verbo. C.C. 35,74
Ámalo y hazlo amar, que su reinado me ganará millones de almas antes de la conclusión de los tiempos. Los dos espíritus lucharán, triunfando el Santo, y ha comenzado la lucha; será cruel, será encarnizada en mi Iglesia, pero como el Espíritu Santo la asiste ella triunfará arrancando millones de almas al infierno.
Esta lucha además de exterior, será interna en la Iglesia, en las comunidades (campo favorito de Satanás), y en las almas. Por eso viene el Espíritu Santo con toda su fuerza a asistir, a desplegar sus alas, a combatir y a ostentar su victoria.
Será la última lucha del mundo, pero tremenda, y hay que cogerse firme de la fe, de la esperanza, del amor, del Espíritu Santo. C.C. 40,205
¡Oh hija mía! (decía mi Jesús muy entusiasmado) no pierdan el tiempo, que mucho Satanás ha ocupado el campo; pero huirá ese espíritu de las tinieblas, al venir la luz del Espíritu Santo, y con ella, el amor al Verbo y a la Cruz”. C.C. 41,304
EL ESPÍRITU SANTO Y MARÍA
Por María, se va al Espíritu Santo: es éste, el más suave y seguro medio para que Él venga a reinar en los corazones. C.C. 35,76
Dos son los santificadores esenciales de las almas: el Espíritu Santo y la Virgen María porque son los únicos que pueden reproducir a Cristo. De distinta manera, sin duda, santifican el Espíritu Santo y María: el primero es Santificador por esencia, porque es Dios, santidad infinita, porque es el Amor personal que consuma, por decirlo así, la santidad de Dios. La Virgen María es tan sólo cooperadora, instrumento indispensable en los designios de Dios.
Y es esa acción del Espíritu Santo y esa cooperación de la Santísima Virgen María algo constante, pues sin ellas no se traza un solo rasgo de Jesús en las almas, ninguna virtud crece, ningún vínculo de unión con Dios se estrecha en el rico florecimiento de la vida espiritual.
S.D. Mons. Luis M. Martínez. “El Espíritu Santo” pags. 16-17
...Ahora, que va a renacer el reinado del Espíritu Santo, como en un nuevo Pentecostés, saldrá María a relucir, saldrá a la luz esta Esposa amadísima, para que se canten sus glorias a la par que las de ese Divino Espíritu, y a continuar siendo instrumento de las operaciones de gracias, extraordinarias por su abundancia, con que va a derramarse sobre el mundo.
Una reacción poderosa espera a la tierra por estos dos medios, el Espíritu Santo y María.
C.C. 41, 303 

CRISTO SACERDOTE Y VICTIMA




                                               CRISTO SACERDOTE Y VICTIMA


                                                                                                                   (4)

Jesús tuvo que asemejarse a sus hermanos para llegar a ser Sumo Sacerdote misericordioso y digno de confianza en las cosas de Dios, capaz de obtener el perdón de los pecados del pueblo”. Heb. 2,17-18


Jesús􏰀 llegó􏰀 a􏰀 ser􏰀 Sumo􏰀 Sacerdote􏰀 por􏰀 medio􏰀 de􏰀 sus􏰀 sufrimientos􏰀 y􏰀 de􏰀 su􏰀 muerte,􏰀 ofrecidos􏰀 con􏰀
obediencia􏰀filial􏰀y􏰀solidaridad􏰀fraterna.􏰀 􏰀
En􏰀 el􏰀 Misterio􏰀 Pascual􏰀 de􏰀 Cristo,􏰀 la􏰀 aceptación􏰀 completa􏰀 de􏰀 la􏰀 solidaridad􏰀 humana􏰀 ha􏰀 realizado􏰀 efectivamente􏰀 􏰀 lo􏰀 que􏰀 los􏰀 ritos􏰀 de􏰀 consagración􏰀 sacerdotal,􏰀 por􏰀 medio􏰀 de􏰀 separaciones,􏰀 se􏰀 esforzaban􏰀 en􏰀 vano􏰀 en􏰀 obtener,􏰀 esto􏰀 es,􏰀 la􏰀 elevación􏰀 del􏰀 hombre􏰀 a􏰀 Dios,􏰀 la􏰀 unión􏰀 de􏰀 la􏰀 naturaleza􏰀 humana􏰀 con􏰀 Dios.􏰀 Este􏰀 misterio􏰀 tiene,􏰀 por􏰀 tanto,􏰀 un􏰀 pleno􏰀 valor􏰀 de􏰀 consagración􏰀 sacerdotal.􏰀 La􏰀 gloria􏰀de􏰀Cristo􏰀resucitado􏰀ha􏰀sido􏰀reconocida􏰀como􏰀gloria􏰀sacerdotal.􏰀
􏰀􏰀
La􏰀 actitud􏰀 generosa􏰀 de􏰀 Jesús􏰀 mediador􏰀 fue􏰀 la􏰀 de􏰀 acoger􏰀 plenamente􏰀 la􏰀 solidaridad􏰀 humana.􏰀 El􏰀 sufrimiento􏰀 humano􏰀 existía;􏰀 la􏰀 muerte,􏰀 el􏰀 pecado,􏰀 existían.􏰀 Jesús􏰀 descendió􏰀 hasta􏰀 el􏰀 fondo􏰀 de􏰀 esta􏰀 miseria􏰀 introduciendo􏰀 allí􏰀 su􏰀 amor􏰀 y􏰀 trazando􏰀 así􏰀 una􏰀 vía􏰀 de􏰀 salvación.􏰀 Hizo􏰀 del􏰀 sufrimiento􏰀 y􏰀 de􏰀 la􏰀 muerte􏰀una􏰀ocasión􏰀de􏰀amor􏰀extremo.􏰀Trazó􏰀la􏰀vía􏰀de􏰀la􏰀Nueva􏰀Alianza,􏰀la􏰀vía􏰀de􏰀comunión􏰀con􏰀Dios􏰀 recuperada􏰀para􏰀nosotros􏰀pecadores.􏰀
Card.􏰀Albert􏰀Vanhoye:􏰀􏰀“Acojamos􏰀a􏰀Cristo􏰀nuestro􏰀Sumo􏰀Sacerdote”􏰀Pag.􏰀39􏰁40􏰀
“Si􏰀soy􏰀Redentor,􏰀soy􏰀también,􏰀por􏰀este􏰀mismo􏰀hecho,􏰀el􏰀Mediador􏰀supremo􏰀entre􏰀los􏰀hombres􏰀 y􏰀la􏰀Trinidad,􏰀entre􏰀la􏰀Trinidad􏰀y􏰀los􏰀hombres.􏰀
¡Qué􏰀 dicha􏰀 para􏰀 los􏰀 hombres􏰀 tener􏰀 un􏰀 Dios􏰀 hombre!,􏰀 a􏰀 un􏰀 Corazón􏰀 de􏰀 hombre􏰁Dios,􏰀 que􏰀 lleva􏰀 sus􏰀 mismas􏰀 entrañas􏰀 de􏰀 amor.􏰀 ¿Qué􏰀 haría􏰀 la􏰀 humanidad,􏰀 si􏰀 el􏰀 Verbo􏰀 no􏰀 hubiera􏰀 tomado􏰀 su􏰀 carne􏰀 misma?􏰀
Sólo􏰀por􏰀esta􏰀ligación􏰀del􏰀Verbo􏰀con􏰀el􏰀hombre,􏰀tiene􏰀el􏰀hombre􏰀derecho􏰀al􏰀cielo.􏰀Sólo􏰀por􏰀el􏰀 Verbo􏰀hecho􏰀carne,􏰀tienen􏰀valor􏰀sobrenatural􏰀los􏰀actos.􏰀Sólo􏰀por􏰀el􏰀Verbo􏰀hecho􏰀carne,􏰀tienen􏰀vida􏰀 en􏰀abundancia􏰀la􏰀mortal􏰀y􏰀la􏰀eterna;􏰀tienen􏰀verdadera􏰀vida􏰀las􏰀almas,􏰀porque􏰀Yo􏰀soy􏰀la􏰀Vida.􏰀En􏰀Mí􏰀 está􏰀la􏰀Vida􏰀verdadera,􏰀la􏰀Luz􏰀indeficiente,􏰀la􏰀Verdad􏰀infalible.􏰀En􏰀Mí􏰀está􏰀todo,􏰀porque􏰀soy􏰀el􏰀lazo􏰀 divino􏰀que􏰀une􏰀la􏰀tierra􏰀con􏰀el􏰀cielo.”􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀
􏰀 􏰀 􏰀 􏰀 􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀Cuenta􏰀de􏰀Conciencia􏰀Tomo􏰀52,147.􏰀􏰀24􏰀de􏰀Junio􏰀de􏰀1928􏰀􏰀 􏰀
“Cierto􏰀 que􏰀 soy􏰀 Dios,􏰀 pero􏰀 también􏰀 soy􏰀 hombre,􏰀 y􏰀 quise􏰀 cargar􏰀 las􏰀 miserias􏰀 del􏰀 hombre􏰀 para􏰀 expiarlas;􏰀 quise􏰀 sentir􏰀 como􏰀 el􏰀 hombre􏰀 y􏰀 llorar􏰀 como􏰀 el􏰀 hombre,􏰀 y􏰀 estremecerme􏰀 con􏰀 las􏰀 mismas􏰀 penas􏰀y􏰀gozos􏰀del􏰀hombre.􏰀Así􏰀es􏰀que􏰀aunque􏰀esté􏰀en􏰀el􏰀cielo,􏰀sé􏰀agradecer,􏰀sé􏰀sentir􏰀y􏰀conmoverme,􏰀 porque􏰀 la􏰀 sensibilidad􏰀 del􏰀 hombre,􏰀 afinada􏰀 y􏰀 divinizada,􏰀 la􏰀 llevo􏰀 Yo􏰀 en􏰀 mi􏰀 alma,􏰀 en􏰀 mi􏰀 corazón,􏰀 en􏰀 todo􏰀mi􏰀Ser.􏰀
Al􏰀 tomar􏰀 la􏰀 naturaleza􏰀 humana,􏰀 tomé􏰀 el􏰀 amor􏰀 al􏰀 hombre,􏰀 por􏰀 llevar􏰀 la􏰀 sangre􏰀 del􏰀 hombre,􏰀 la􏰀 fraternidad􏰀 con􏰀 el􏰀 hombre;􏰀 y􏰀 conjuntas􏰀 las􏰀 dos􏰀 naturalezas,􏰀 la􏰀 divina􏰀 y􏰀 la􏰀 humana,􏰀 divinicé,􏰀 con􏰀 el􏰀 contacto􏰀del􏰀Verbo,􏰀al􏰀hombre,􏰀elevándolo􏰀de􏰀lo􏰀terreno􏰀para􏰀que􏰀aspirara􏰀al􏰀cielo.􏰀
Pero􏰀 entre􏰀 todos􏰀 los􏰀 hombres,􏰀 distinguí􏰀 a􏰀 los􏰀 que􏰀 deberían􏰀 ser􏰀 míos,􏰀 a􏰀 los􏰀 sacerdotes􏰀 otros􏰀 Yo,􏰀 que􏰀 continuaran􏰀 la􏰀 misión􏰀 que􏰀 me􏰀 trajo􏰀 a􏰀 la􏰀 tierra,􏰀 y􏰀 que􏰀 fue􏰀 llevar􏰀 a􏰀 mi􏰀 Padre􏰀 lo􏰀 que􏰀 de􏰀 Él􏰀 salió:􏰀 almas􏰀que􏰀lo􏰀glorificaran􏰀eternamente.􏰀
Aquí􏰀 está􏰀 el􏰀 secreto􏰀 de􏰀 la􏰀 atracción􏰀 del􏰀 sacerdote􏰀 para􏰀 con􏰀 las􏰀 almas,􏰀 de􏰀 la􏰀 fecundidad􏰀 de􏰀 su􏰀 apostolado,􏰀de􏰀la􏰀comunicación􏰀de􏰀pureza,􏰀de􏰀unción,􏰀de􏰀luz,􏰀de􏰀virtudes,􏰀de􏰀lo􏰀divino􏰀a􏰀ellas,􏰀porque􏰀 no􏰀 es􏰀 el􏰀 sacerdote􏰀 el􏰀 que􏰀 vive,􏰀 sino􏰀 Yo􏰀 en􏰀 él,􏰀 con􏰀 todas􏰀 mis􏰀 virtudes,􏰀 carismas􏰀 y􏰀 dones,􏰀 y􏰀 aun,􏰀 esplendores􏰀eternos􏰀de􏰀la􏰀Trinidad,􏰀comunicados.”􏰀􏰀C.C.􏰀50,􏰀199􏰁200.􏰀􏰀􏰀11􏰀de􏰀Enero􏰀de􏰀1928􏰀
􏰀􏰀
􏰂􏰂􏰃􏰃􏰄􏰄􏰅􏰅􏰆􏰆􏰇􏰇􏰀􏰀􏰋􏰋􏰌􏰌􏰂􏰂􏰆􏰆􏰄􏰄􏰍􏰍􏰈􏰈􏰀􏰀
“No quisiste oblación ni holocaustos...pero me diste un cuerpo...he aquí que vengo para hacer oh Dios, tu voluntad.” Heb. 10,7.9
La􏰀 finalidad􏰀 del􏰀 sacrificio􏰀 es􏰀 cambiar􏰀 las􏰀 disposiciones􏰀 del􏰀 hombre,􏰀 no􏰀 las􏰀 disposiciones􏰀 de􏰀 Dios.􏰀 Su􏰀 finalidad􏰀es􏰀la􏰀de􏰀“hacer􏰀perfecto􏰀en􏰀la􏰀conciencia􏰀al􏰀oferente”,􏰀ofrecer􏰀a􏰀Dios􏰀un􏰀corazón􏰀purificado􏰀 y􏰀dócil.􏰀Hasta􏰀que􏰀no􏰀sea􏰀cambiado􏰀el􏰀corazón􏰀del􏰀hombre􏰀no􏰀es􏰀posible􏰀una􏰀auténtica􏰀relación􏰀con􏰀 Dios,􏰀y􏰀por􏰀tanto􏰀no􏰀se􏰀hace􏰀realidad􏰀la􏰀finalidad􏰀del􏰀sacrificio.􏰀􏰀
􏰀
Una􏰀 aspiración􏰀 religiosa􏰀 no􏰀 basta􏰀 para􏰀 cambiar􏰀 la􏰀 conciencia􏰀 de􏰀 un􏰀 pecador.􏰀 Para􏰀 dar􏰀 al􏰀 hombre􏰀
pecador􏰀 el􏰀 􏰀 contacto􏰀 auténtico􏰀 con􏰀 Dios􏰀 es􏰀 necesaria􏰀 una􏰀 mediación􏰀 eficaz.􏰀 El􏰀 pecador􏰀 debe􏰀 ser􏰀
ayudado􏰀por􏰀un􏰀mediador􏰀que􏰀no􏰀sea􏰀él􏰀mismo􏰀un􏰀pecador􏰀y􏰀que􏰀abra􏰀la􏰀vía􏰀a􏰀la􏰀comunicación􏰀con􏰀
Dios.􏰀 􏰀
Cristo􏰀ofreció􏰀su􏰀propia􏰀vida,􏰀afrontando􏰀los􏰀sufrimientos􏰀y􏰀la􏰀muerte􏰀en􏰀la􏰀perfecta􏰀obediencia􏰀a􏰀la􏰀 voluntad􏰀salvífica􏰀del􏰀Padre􏰀y􏰀con􏰀un􏰀amor􏰀generosísimo􏰀a􏰀nosotros􏰀los􏰀hombres.􏰀Su􏰀sangre􏰀expresa􏰀 este􏰀 aspecto􏰀 de􏰀 muerte􏰀 violenta􏰀 transformada􏰀 en􏰀 ofrenda􏰀 de􏰀 obediencia􏰀 filial􏰀 y􏰀 de􏰀 solidaridad􏰀 fraterna.􏰀
Card.􏰀Albert􏰀Vanhoye:􏰀􏰀“Acojamos􏰀a􏰀Cristo􏰀nuestro􏰀Sumo􏰀Sacerdote”􏰀Pags.􏰀115􏰁117􏰀
Habla􏰀Jesús:􏰀􏰀
“Yo􏰀sabía􏰀que􏰀iba􏰀a􏰀morir;􏰀que􏰀vine􏰀a􏰀la􏰀tierra􏰀sólo􏰀para􏰀santificarla􏰀en􏰀el􏰀amor,􏰀y􏰀dejar􏰀en􏰀ella􏰀a􏰀
mi􏰀Iglesia,􏰀para􏰀conducir􏰀con􏰀mi􏰀doctrina􏰀única,􏰀a􏰀la􏰀humanidad􏰀hacia􏰀el􏰀cielo.􏰀􏰀 􏰀
Todo􏰀 un􏰀 Dios,􏰀 no􏰀 encontró􏰀 manera􏰀 más􏰀 propia􏰀 para􏰀 satisfacer􏰀 su􏰀 sed􏰀 de􏰀 acercamiento􏰀 con􏰀 el􏰀
hombre,􏰀que􏰀bajar􏰀al􏰀mundo􏰀como􏰀hombre,􏰀y􏰀quedarse􏰀en􏰀la􏰀Eucaristía􏰀como􏰀hombre,􏰀con􏰀corazón􏰀y􏰀
latidos􏰀y􏰀caricias􏰀de􏰀hombre,􏰀sin􏰀dejar􏰀de􏰀ser􏰀Dios.􏰀 􏰀
Y􏰀 mira􏰀 qué􏰀 portento:􏰀 quiso􏰀 Dios􏰀 juntar􏰀 los􏰀 polos;􏰀 la􏰀 Divinidad􏰀 con􏰀 la􏰀 humanidad􏰀 culpable,􏰀 que􏰀
necesitaba􏰀de􏰀una􏰀carne􏰀pura􏰀para􏰀purificarse,􏰀y􏰀de􏰀un􏰀amor􏰀divino􏰀para􏰀divinizarse.􏰀 􏰀
Yo􏰀 mismo,􏰀 Dios􏰀 hombre,􏰀 perdonaba􏰀 y􏰀 expiaba;􏰀 redimía􏰀 y􏰀 premiaba;􏰀 pero􏰀 ¡a􏰀 costa􏰀 de􏰀 cuántas􏰀
penas􏰀 externas􏰀 e􏰀 internas!,􏰀 ¡a􏰀 costa􏰀 de􏰀 cuántos􏰀 sacrificios,􏰀 que􏰀 han􏰀 pasado􏰀 y􏰀 pasarán􏰀
desapercibidos􏰀para􏰀el􏰀mundo􏰀sensual,􏰀y􏰀aun􏰀para􏰀muchos􏰀corazones􏰀de􏰀los􏰀míos!􏰀 􏰀
Jesús,􏰀 Salvador􏰀 en􏰀 la􏰀 tierra,􏰀 continúa􏰀 siendo􏰀 Jesús􏰀 Salvador􏰀 en􏰀 el􏰀 cielo,􏰀 presentando􏰀 ante􏰀 la􏰀
Divinidad􏰀 mi􏰀 Sangre􏰀 (en􏰀 cada􏰀 Misa􏰀 sobre􏰀 todo)􏰀 y􏰀 mis􏰀 méritos,􏰀 mis􏰀 llagas,􏰀 mi􏰀 amor􏰀 al􏰀 hombre,􏰀
conmoviendo􏰀a􏰀la􏰀Divinidad􏰀en􏰀favor􏰀del􏰀hombre.􏰀􏰀􏰀 􏰀
¡Qué􏰀 pocos􏰀 piensan􏰀 en􏰀 mi􏰀 papel􏰀 de􏰀 Redentor􏰀 como􏰀 hombre􏰀 Dios,􏰀 y􏰀 de􏰀 Salvador􏰀 como􏰀 Dios􏰀 hombre!􏰀
Y􏰀 pocos􏰀 se􏰀 me􏰀 hacen􏰀 los􏰀 siglos,􏰀 para􏰀 seguir􏰀 ofreciendo􏰀 a􏰀 la􏰀 Divinidad􏰀 ultrajada,􏰀 los􏰀 méritos􏰀 del􏰀 hombre􏰀 Dios,􏰀 adquiridos􏰀 sobre􏰀 la􏰀 tierra,􏰀 asociando􏰀 a􏰀 esas􏰀 expiaciones􏰀 voluntarias,􏰀 los􏰀 dolores􏰀 de􏰀 muchas􏰀 almas􏰀 y􏰀 de􏰀 muchos􏰀 cuerpos􏰀 que,􏰀 entrando􏰀 en􏰀 mi􏰀 unidad,􏰀 se􏰀 sacrifican􏰀 en􏰀 la􏰀 tierra,􏰀 completando􏰀mi􏰀Pasión􏰀que􏰀nunca􏰀se􏰀completa,􏰀porque􏰀nunca􏰀cesan􏰀los􏰀pecados􏰀del􏰀hombre.􏰀􏰀
􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀􏰀C.C.􏰀50,􏰀320􏰁326.􏰀􏰀29􏰀de􏰀enero􏰀de􏰀1928.􏰀 

MARIA EN EL MISTERIO DE SU SOLEDAD.



                                            MARIA EN EL MISTERIO DE SU SOLEDAD.                      (5)

El P. José Guadalupe Treviño, MSpS en los ejercicios espirituales del año 1924 le explica a Conchita:    
                                                                                           
La Maternidad de la Santísima Virgen tiene dos aspectos, uno relativo al Cristo real, otro al Cristo místico (la Iglesia y las almas).

Realmente: cuando se celebran los Dolores de María, celebramos su Maternidad. Y como ésta, tiene dos aspectos, por eso tiene dos fiestas.
En la primera fiesta de la Virgen de los Dolores, honramos la maternidad del Cristo natural, y en la de Septiembre, los dolores que le costaron la maternidad del Cristo místico.
Si pudiéramos dividir en María esas dos maternidades, la primera terminaría con el Santo Sepulcro; y la segunda se extendería desde su Soledad hasta su Asunción gloriosa. C.C. 41,169B
Conchita escucha que Jesús le dice: (Textos tomados de su Cuenta de Conciencia)
“En mi vida espiritual para con las almas, hija mía, nunca mi Madre se aparta de Mí; es decir, tiene que ser simultánea la imitación de nuestras vidas en la tierra; aunque la suya estuvo fundida en la Mía. Y así como Yo fui el Redentor, Ella fue la corredentora, y las almas que más la aman, y que más a Ella se asemejan son las que con más perfección toman mi parecido.
Tú tienes que imitarla en las virtudes, te he dicho siempre, sobre todo en su humildad y pureza de corazón. Estudia las que practicó en su soledad, y en la última etapa de su vida, siempre con su mirada y toda su alma puestas en el cielo, dándome, en su ocultamiento, gloria en la tierra.
Con su pasión de cielo, es decir, con su pasión de amor anhelando el cielo, alcanzaba las gracias del cielo para la naciente Iglesia. C.C. 41,63
Vivía del recuerdo de Jesús, de sus miradas y sonrisas, de aquel tesoro de doctrina que guardaba en su corazón. Pero ¡qué dolor... qué soledad, que vacío! No lo volvería a ver por siempre sino hasta el cielo. ¡Sólo la detenían sus hijos... la naciente Iglesia, la voluntad de Dios! ¡Sólo la sostenía la Eucaristía! C.C. 41,214
Esa etapa de la vida de María, es casi ignorada, siendo para su corazón el manantial de la amargura, y para el mundo la fuente inagotable de las gracias, y la vida de las misericordias.
Al pie de la cruz nacieron sus hijos: mi muerte les dio la vida en el Corazón de María, pero Ella, antes de morir, debía en la tierra, manifestar esa maternidad, comprando con los crueles dolores de mi ausencia, las infinitas gracias presentes y futuras para sus hijos.
La aureola especial de Madre de la humanidad, la conquistó María con sus martirios de soledad después de mi muerte. ¿Y acaso el mundo conoce, aprecia, y agradece esto?
Pero ha llegado el tiempo de que los hijos sean hijos y estimen ese corazón destrozado con los martirios más finos y sensibles, para hacerlos felices. Ahí entonces compró María los millones y millones de gracias para todos y cada uno de los hombres, y es tiempo ya de que se lo agradezcan”. C.C. 41,288
Como las virtudes de María fueron todas ocultas por su humildad, pues nunca Ella las externó, así sus dolores, fueron también ocultos, sin queja, sin reproche, aceptándolos todos, abrazándolos todos sin perder uno solo, y hasta amándolos, adorando en ellos la voluntad de Dios que era su vida. C.C. 41,291
Tú te habías hecho el cargo de la primera Soledad de María, es decir, de la exterior, pero no habías pensando en la interior, la más cruel y amarga, la desgarradora en la que el espíritu agoniza presa del desamparo.
Si un hijo cuesta tanto, ¿qué sería para María el comprar gracias con sus dolores para tantos hijos, y en unos años acumular el precio de la salvación, en unión de mis méritos, para los hijos que tenía presentes y para los futuros hasta el fin de los siglos? C.C. 51,290
MARÍA EN EL MISTERIO DE SU SOLEDAD
El P. José Guadalupe Treviño, MSpS en los ejercicios espirituales del año 1924 le explica a Conchita:“Y no creas que va a ser triste para la humanidad esta manifestación de María en su soledad, en sus martirios de ausencia, no hija: se celebrarán sus dolores, en el sentido de sus frutos de multiplicadas gracias y de suavidad para el hombre.
Y aquí de las rosas para los hijos que cubrieron las espinas y acerbos dolores para la Madre. Quedará lo que se ve en las rosas, los frutos conquistados con sus lágrimas; pero se avivará la gratitud, y saldrán del sepulcro del olvido tantos martirios cuantas coronas tienen sus hijos en el cielo”. C.C. 41,308
En su libro “Rosas y Espinas”, Conchita hace decir a María:
“Existe entre Jesús y yo una prodigiosa simpatía de carácter, temperamento, costumbres, miras, deseos y voluntad. Por eso la misma espada que hirió al Hijo, atravesó también a la Madre, como anunció Simeón; y no podía existir deseo, sufrimiento o gozo en el Corazón de Jesús, que no tuviera su reflejo, su eco en el mío.
¿Comprendes ahora un poco mi martirio de ausencia sin Jesús, la terrible separación de dos almas fundidas en una sola? Nada tan dulce como pensar en Jesús y nada tan cruel al mismo tiempo.
Al subir al cielo se llevó todos mis latidos, llevó consigo mi alma; y es tanta la violencia de atracción, la intensidad y la fuerza de nuestro recíproco amor, que sólo pido fortaleza para resistir el sacrificio de ausencia.
¿Y qué rosa trajeron estos internos dolores para ti? Aplicar por tu conversión el mérito de mi sufrimiento y con él santificarte. Cuando te veo venir, presiento los latidos de tu corazón amante junto al mío; el celo que desplegarás por la gloria de Jesús. Y entonces redoblo mis sacrificios, clamo al cielo para arrancarle tesoros de bendiciones, para envolverte y purificarte, para formarte una rosa en mi corazón, que recreando tu vista, te atraiga hacia mí para hacerte feliz aun a costa de las mil espinas que lo traspasen.
“Rosas y Espinas” pags. 128-129
Mons. Juan Esquerda Bifet en el Prefacio de esta obra, nos dice:
Al leer este libro uno queda invitado a vivir en unión con María, para que con su ayuda y ejemplo se puedan captar mejor los amores o sentimientos de Cristo. El trato con María llega a ser familiar. Al constatar la ingratitud humana de todas las épocas hacia Cristo Redentor, el lector queda invitado y estimulado a ser santo y apóstol. Ser amantes o devotos de María equivale a colaborar con ella en la salvación de las almas, es decir, a hacer que toda la humanidad encuentre, conozca y ame a Cristo Redentor. Para ello el creyente debe contagiarse, según la expresión conciliar del “amor materno” de María (Lumen Gentium 65)
Tal vez lo más original del libro es el sentido de “Soledad” de María desde la Ascensión de Cristo hasta la Asunción de la Santísima Virgen. Este tema es de suma actualidad para descifrar el sentido de nuestra experiencia dolorosa de Dios que, a veces, parece como que callara o estuviera ausente. Sólo una espiritualidad mariana auténtica logrará descifrar, por medio de una fe viva, que en el “silencio” resuena la Palabra de Dios (el Verbo hecho hombre) y que en la “ausencia” se hace realidad una nueva presencia (la del Emmanuel, Dios con nosotros). El misterio del dolor, que todos experimentamos, sólo se descorre compartiendo la vida en Cristo como María, para poder “completar” en nosotros la pasión del Señor. (cf. Col. 1,24)
El P. Raniero Cantalamessa en uno de sus libros hace una mención de Conchita sin nombrarla y cita además al P. Miguel Philipon, refiriéndose a ella en esta etapa culmen de su vida:
“Es bien conocido el ejemplo de una mujer mexicana, madre familia y mas tarde viuda, cuyo proceso de canonización está en marcha y que según algunos, tuvo una vida mística comparable a la de santa Teresa de Ávila; de ella se ha escrito que «en los últimos veinte años de su existencia se vio cómo se desarrollaba en ella, por inspiración divina, una nueva forma de devoción mariana: la imitación de la soledad de la Madre de Dios en la noche de su vida, en el momento en que su vida de amor alcanzó el culmen( 1 ). Esta soledad de María significa, al mismo tiempo, soledad y aislamiento, martirio silencioso en la pura fe, en la aparente ausencia de Dios y de su Hijo ya en el cielo.
Todo esto nos da una nueva luz sobre la vida de María después de pascua”.
“María, espejo de la Iglesia” Pags. 181-182.




(3)
QUÉ ES LA ENCARNACIÓN MÍSTICA                                   
                                                                  
Ofrecemos algunas descripciones:

Dom Bernardo Olivera, siendo Abad General de los Trapenses, la describió de esta manera:

“La gracia fontal de Conchita consiste en una unión transformante con Jesucristo en clave materna. Maternidad mística que se extendió luego hacia otros cristianos y cristianas. Es fácil encontrar la justificación teológica de este don, aunque algunos teólogos  de su época y de la nuestra tuviesen sus dudas. También es sencillo encontrar una razón antropológica: el don de la encarnación mística nos parece algo totalmente coherente con la personalidad humana de Conchita. Es precisamente aquí en donde confluyen su identidad personal cristiana: madre mística de Cristo y de muchos otros en Él. La teología nos ha enseñado desde siempre que la gracia divina asume y eleva la naturaleza humana y personal de cada uno. La vida de Conchita lo testimonia con convincente realismo”.

El P. François Léthel, ocd, miembro de la Pontificia Academia de Teología (Roma), y predicador de los ejercicios espirituales al Papa y la Curia Romana en la Cuaresma de 2011, escribe esta premisa:

“Le experiencia de la encarnación mística vivida por Concepción Cabrera de Armida es un espléndido testimonio de fe y de amor en el único misterio de la Encarnación.
El Hijo eterno del Padre “por obra del Espíritu Santo se encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo hombre.” Sólo Jesús es el Verbo Encarnado, el único Salvador de mundo. No ha habido y no habrá jamás otra encarnación de Dios, pero todos los hombres están llamados a la más íntima unión con Él por obra del Espíritu Santo, como miembros del Cuerpo Místico que es la iglesia, nutridos con su verdadero Cuerpo en la Eucaristía.
Todos están llamados a la santidad (Lumen Gentium V), es decir a esta unión y transformación en Jesús, hasta poder decir como San Pablo: “No soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,20). Viviendo en el Espíritu Santo como María y con María, el bautizado puede verdaderamente unirse a Jesús en la Encarnación, en la Pasión redentora y en la Resurrección gloriosa.
Cristo Cabeza desea de alguna manera revivir todos sus misterios en nosotros que somos miembros de su Cuerpo Místico. Como dice san Luis M. Grignon de Monfort: “El Hijo de Dios quiso formarse y por así decirlo encarnarse todos los días, por medio de su amada Madre, en sus miembros”. (Tratado de la verdadera devoción, 31). Esta es la encarnación mística que todos estamos llamados a vivir”.

El P. Miguel M. Philipon, op, teólogo del Concilio Vaticano II, escribe en su libro “Conchita, Diario espiritual de una madre de familia”:

“La gracia eminente de la encarnación mística, es una gracia de transformación en el Verbo Encarnado glorificador del Padre y Redentor de los hombres, en Cristo Sacerdote y Víctima. Gracia que realiza lo más íntimo y constitutivo de la existencia cristiana, ya que el Padre “nos ha predestinado a reproducir la imagen de su Hijo (Rm 8,29) y de esa manera poder ofrecer nuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios, un culto espiritual (cf. Rm 12,1). Bajo el signo del Hijo toda la Iglesia entra en comunión con la vida íntima de la Trinidad.
La gracia central de Conchita supone, por su misma naturaleza, relaciones personales con cada una de las Divinas Personas. Es gracia eminentemente trinitaria”.

En Diciembre de 1913, el Sr. Obispo de Puebla, Ramón Ibarra, llevó a Conchita a Roma para ser examinada por las autoridades eclesiásticas. También le consiguió una audiencia con el Papa Pio X, quien después de escucharla le dio la bendición y le dijo: “Prega per me”. Para prepararse a esa entrevista, Conchita fue a orar a la Iglesia del Gesù, de los Jesuitas. Allí escucha que 

Jesús le dice:
“Mira hija mía. La encarnación mística, es una gracia transformativa, en el sentido de asimilar a la criatura con su modelo Jesús, que soy Yo. Es gracia transformante unitiva, que no repugna en nada con las infinitas misericordias mías.
Al decir encarnación mística, debe considerarse que el alma entra en un período de gracias transformativas, que la llevarán, si corresponde, a la identificación de su voluntad con la Mía, a simplificarla, para que la unión con Dios, sea la más asimilable posible. Este es el fin de la encarnación mística con que el Espíritu Santo regala a ciertas almas.
En concreto, la encarnación mística no es mas que una gracia potentísima transformativa que simplifica y une por medio de la pureza y la inmolación con Jesús, haciendo al alma, a toda la criatura, en lo posible, semejante a Él.
Con este parecido del alma con el Verbo hecho carne, el Padre Eterno se complace; y el papel de Sacerdote y Víctima que tuvo Jesús en la tierra, se le comunica a esta alma para alcanzar las gracias del cielo sobre el mundo. Porque, mientras más un alma se asemeja a Mí, más el Padre Eterno la escucha, y no por lo que ella vale, sino por el parecido y unión Conmigo y con mis méritos, que es lo que vale para alcanzar las gracias”. C.C. 38, 519-522.


 DINAMISMO Y FINALIDAD DE LA ENCARNACIÓN MÍSTICA  


En los primeros ejercicios espirituales que hizo (año 1889) bajo la dirección del S.D. José Antonio Plancarte y Labastida, Conchita escuchó en su interior unas palabras programáticas: “Tu misión es salvar almas”.
Más tarde, en 1894, impulsada por los deseos ardientes de hacer concreto su anhelo de pertenecer totalmente a Dios, se grabó en el pecho el monograma JHS, y desde lo profundo de su ser brotó otra frase fontal de su itinerario espiritual: “¡Jesús Salvador de los hombres, sálvalos!” La encarnación mística lleva a plenitud esta misión salvífica encomendada por Dios a Conchita, porque al poner en “sus manos” al Redentor, le indica el dinamismo propio de la salvación. Le enseña a ofrecerlo y a ofrecerse en su unión, es decir, la enseña a vivir su sacerdocio bautismal en su doble perspectiva: sacerdotal y victimal.

Así como decimos que Sta. Teresa de Ávila es “Maestra de oración” y el Castillo interior su obra maestra y mistagógica, en la que nos enseña a vivir la experiencia de interiorización progresiva dentro del alma donde está el Rey y se da la comunicación con Él, así Conchita, desde el don particular que ha recibido de Dios, se constituye en “Maestra de oblatividad” (Ofrenda), porque nos enseña con sencillez y profundidad el dinamismo sacerdotal y salvífico, teniendo como punto central de referencia a Jesús, único Salvador, que se encarna para redimirnos y glorificar a su Padre; y que se encarna místicamente en el cristiano para transformarlo en Él y asociarlo a su misma ofrenda, la única agradable al Padre y hacerlo partícipe de su oblación salvífica redentora.

“Tienes contigo a la sacrosanta Víctima del Calvario y de la Eucaristía, la cual puedes ofrecer constantemente al Eterno Padre por la salvación del mundo. Este es el fruto más precioso del grande favor que he obrado en ti al encarnar en tu corazón. Te he dado lo más grande del cielo y de la tierra: a Mí mismo, con este fin…

Tú nada tienes de ti misma, pero conmigo lo tienes todo.

¿Ahora entiendes el por qué de la gracia pasada?”

-Sí, mi Jesús adorado, ahora veo que para cumplir mi misión de salvar almas, sólo teniéndote a Ti, sólo ofreciéndote a Ti lo conseguiré.

“Olvídate de todo y hasta de ti misma y que esta sea tu ocupación constante.
Cumple con el fin grandioso de esta gracia que, como ves, no es sólo para ti, sino universal…”

Ahora sí, mi sed de salvar almas se saciará, al menos estaré cierta de que con ese precio sí se compran las gracias para ellas… Ahora sí soy feliz en mi misma miseria, porque no soy yo la que compra, la que obra, la que vive, sino Jesús en míel Verbo en mí…Dios haciéndolo todo en su pobre criatura. ¡Bendito mil veces sea!

Cuenta de Conciencia Tomo 22, pags. 409-411.   21 de Junio de 1906

Tomado de la Tesina de Teología Espiritual presentada por la H. Laura Linares rcscj
en el Teresianum de Roma.